El campo magnético terrestre tiene una región cada vez más débil, donde su protección contra la radiación espacial se reduce significativamente. La expansión de esta área, conocida como la Anomalía del Atlántico Sur, ha alcanzado niveles inéditos. Debido al riesgo que supone para la tecnología moderna, las agencias espaciales encuentran vigilándola constantemente.
La Anomalía del Atlántico Sur fue detectada en 1958, cuando los primeros satélites comenzaron a medir la radiación alrededor de la Tierra. Aunque su existencia es conocida desde entonces, los datos recopilados durante los últimos 11 años por la misión Swarm de la ESA, compuesta por tres satélites, muestran que el área debilitada no solo ha crecido, sino que también se expande. Tanto que ahora ocupa la mayor parte de Sudamérica y una porción del continente africano.
Aunque la presencia de esta zona debilitada no representa un peligro significativo para la vida cotidiana en la superficie terrestre, ya que la atmósfera actúa como escudo frente a la radiación, la situación es diferente para las naves espaciales y satélites que operan en órbita baja, por lo que las comunicaciones y el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) pueden verse afectados.
FUENTE: Infobae




