En una elegante torre de oficinas de Kiev, un grupo de ingenieros se reúnen alrededor de un nuevo dron de ataque de color negro carbón llamado Batyar, “El Rebelde”.
Parece un análogo cercano de los drones iraníes-rusos Shahed que han estado aterrorizando las ciudades ucranianas durante los últimos meses.
Con un alcance de hasta 1.500 kilómetros, un costo de sólo 25.000 dólares y un sistema óptico de reconocimiento del terreno que lo hace resistente a la mayoría de interferencias electrónicas, es probable que el modelo ofrezca una dura competencia a su rival ruso.
La guerra ha convertido a Ucrania en un líder mundial en tecnologías de drones, superando a muchas armas occidentales, como los misiles antitanque Javelin.
Sin embargo, su esfuerzo bélico sigue dependiendo en gran medida del apoyo militar occidental y estadounidense. A última hora del 3 de marzo, la Casa Blanca suspendió toda la ayuda militar a Ucrania, hasta que el gobierno de Kiev mostrara un mayor compromiso con los planes de paz de Donald Trump.
Los rumores de una medida de ese tipo comenzaron antes de la reunión de Donald Trump y Volodimir Zelensky en la Oficina Oval el 28 de febrero.
Las especulaciones sobre un corte de la ayuda no han hecho más que aumentar en las reuniones informativas extraoficiales desde entonces. No es de extrañar que Ucrania esté ansiosa.
“Nadie quiere creer en el peor escenario posible”, dice una fuente cercana a la cúpula militar, “pero existe la preocupación de que algunos elementos sean simplemente imposibles de reemplazar”.
Los elementos críticos del apoyo estadounidense son las armas, la capacidad de mantenerlas y repararlas, los misiles de defensa aérea que mantienen en funcionamiento las ciudades, el sistema Starlink, que es la columna vertebral de las comunicaciones militares, y, quizás lo más importante, el intercambio de inteligencia.
Los soldados ucranianos saben lo que sigue cuando se agota el flujo de armas estadounidenses. A fines de 2023, Donald Trump ordenó a los republicanos del Congreso que retrasaran la aprobación del próximo paquete de ayuda militar. La consiguiente escasez de municiones se prolongó durante seis meses.
El teniente Nazary Kishak fue uno de los soldados que vio cómo eso afligía las líneas del frente. En Bakhmut, los rusos utilizaron una ventaja de artillería de 10:1 para matar a algunos de los mejores oficiales de Ucrania y destruir la ciudad por completo. Muchos ucranianos perdieron la vida innecesariamente, dice.
FUENTE: Infobae