Investigaciones recientes publicadas en el CDN (Current Developments in Nutrition) han demostrado que la alimentación a los 40 años influye en la salud física y mental a los 70. Un estudio realizado durante tres décadas, con más de 100.000 participantes, reveló que quienes adoptaron una dieta saludable desde la mediana edad tuvieron hasta un 84% más de probabilidades de llegar a la vejez en mejores condiciones.
Según reveló a RBC la fisióloga y nutricionista ucraniana Olha Dorosh, la procedencia de las proteínas, grasas y carbohidratos impacta en la longevidad. Una alimentación con predominio de grasas y proteínas de origen animal reduce la esperanza de vida, mientras que una mayor ingesta de proteínas y grasas vegetales ayuda a prolongarla.
Las verduras y frutas aportan vitaminas, antioxidantes y fibra, lo que contribuye a la salud celular y la prevención de enfermedades.
Por su parte, los cereales integrales, como la avena, el arroz integral y el centeno, ayudan a regular el azúcar en sangre y reducen el riesgo de diabetes tipo 2 gracias a su absorción más lenta.
Las legumbres (lentejas, garbanzos y porotos) contienen proteína vegetal, fibra y minerales. Incorporarlas con regularidad mejora la salud cardiovascular y reduce la inflamación.
El consumo elevado de azúcares refinados favorece la obesidad, resistencia a la insulina y enfermedades metabólicas. Evitar productos ultraprocesados y elegir opciones naturales como la miel o el azúcar de coco ayuda a mantener un equilibrio saludable.
Un alto consumo de carnes rojas y embutidos eleva el riesgo de enfermedades crónicas. Aumentar la ingesta de pescado, pollo y huevos, junto con fuentes vegetales de proteínas, ayuda a mantener una mejor salud en el tiempo.
FUENTE: Infobae